El País

Cristina y Bonadío no se saludaron ni cruzaron miradas

Los pasillos de Comodoro Py parecieron una tribuna. La ex presidenta y el juez ni siquiera se saludaron

El juez federal Claudio Bonadio y la ex presidenta Cristina Fernández no tuvieron contacto de ningún tipo durante la indagatoria, ni siquiera se saludaron ni cruzaron miradas, pero durante la audiencia llegaron desde el pasillo ecos de cánticos que asemejaban a una tribuna futbolera.

El juez llegó al acto de la indagatoria cuando una secretaria ya le había leído los hechos que se le imputan a la ex jefa de Estado.

Accedió al despacho de la secretaria por una puerta ubicada a espaldas de donde estaba sentada la ex Presidenta y cortó el ambiente con un “buenos días”, que la ex mandataria no respondió, ni tampoco movió la cabeza en dirección al saludo.

Sí lo hizo su abogado presente en la indagatoria, Carlos Beraldi, designado esta misma mañana aunque en las afueras del tribunal también estaba el ex juez de la Corte Raúl Zaffaroni, una suerte de asesor en las sombras de la ex jefa del Estado.

Cristina habló durante unos cinco minutos y rehusó responder preguntas del tribunal; en un momento dado se retiró al baño sin cruzarse con Bonadio y cuando regresó el magistrado ya no estaba.

En esos cinco minutos en los que habló, tras escuchar la acusación en su contra, la ex Presidenta disparó: “De la acusación de asociación ilícita que se me ha leído de la única organización que he participado es en la del Poder Ejecutivo Nacional en mi carácter de titular en dos oportunidades consecutivas por voluntad mayoritaria del pueblo argentino con el 46 y el 54 % respectivamente, además de ser afiliada al Partido Justicialista”.

Y afirmó que las imputaciones “no tienen el menor asidero jurídico y técnico, cosa que no me extraña dada la manifiesta incompetencia técnica de su señoría”, en clara alusión a Bonadio.

Se quejó además de “la manifiesta aversión política” que tendría el magistrado sobre ella, lo cual “expresaba públicamente cuando manifestó que tenía opiniones privadas sobre mí que se las reservaba, lo cual además de otras actitudes y otras intervenciones lo hacen manifiestamente arbitrario, parcial, orientado políticamente”, un “terreno reservado a quienes se presentan a elecciones, actúan en política, se someten a voto o no, pero absolutamente prohibido para quienes deben administrar justicia igualitaria para todos los ciudadanos”.

“Bonadio, la concha de tu madre, Cristina es del pueblo y no la toca nadie”, o “Che gorila, che gorila, no te lo decimos más, si la tocan a Cristina, qué quilombo se va a armar”, corearon unas 30 personas amuchadas junto a periodistas en el vestíbulo de acceso al cuarto piso de los tribunales de Comodoro Py 2002.

Tanto al llegar cuanto al retirarse, la ex jefa del Estado se detuvo a saludar, vidrio de por medio, a un grupo de unas 40 personas que la aguardaban en el vestíbulo (eran más de 200 cuando se retiró, minutos antes de las 11).

Le sacaban fotos con los celulares e incluso unas mujeres le acercaron un papel pidiéndole un autógrafo.

Los cánticos de cancha se mezclaron con el acompañamiento de la canción “Avanti Morocha”, casi un ícono musical kirchnerista, que se filtraba por los ventanales e invadía el ámbito de la indagatoria, generando un acompañamiento coral de los manifestantes, en su mayoría empleados del Poder Judicial.

Pero el clima de “apoyo” dentro de los tribunales llegó incluso a que en el octavo piso se colgara una bandera con la imagen de Cristina, Néstor y el padre del diputado “Wado” de Pedro, en el marco de un episodio que alcanzó niveles pugilísticos: dos empleados de la Justicia porteña fueron detenidos porque se enfrentaron a una fiscal de menores que quiso frenarlos y tuvo que intervenir la policía.

Afuera, en tanto, durante la desconcentración, también detuvieron a un hombre que tenía una faca.

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